miércoles, 5 de octubre de 2011
Infelicidad absoluta
Recordar
todo en solo unos minutos, acumulando toda esa tristeza que me ahogaba
lentamente. Descargando lo que me tenía atrapada sin respuesta alguna. Algo que
no podía gritar ni por dentro y que torturándome día y noche estalló de
improviso. Entonces no pude parar, ni una pausa más. Mis gemidos cada vez más
agudos y sinceros, aceptando todos mis problemas, saber que no pueden ser
resueltos. Y sentí la necesidad de tenerte a mi lado, para consolarme y
recordarme que no me has olvidado. Me repetía tantas veces que solo quiero ser
FELIZ, sin importar lo que viva en mí. Dejar de autoabastecerme con tantas
estupideces, fomentando este egoísmo que solo empeora mi estado. Me vi al
espejo, para qué, no hice mas que empeorarlo gritando a los cuatro vientos la
desgracia de mi cuerpo, que solo yo puedo entenderlo. Que desagradecida,
inmadura volviéndose cada vez mas indecisa, sin poder tolerar una derrota. Y me repetí miles de veces: Doy ASCO –en todo
sentido- nada tiene sentido.
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